El fuerte incremento de contagios en el último mes, por la rápida expansión de la variante Ómicron, hará que mucha gente adquiera la inmunidad por la infección.
Cuando parecía que la incidencia llegaría de forma controlada a la Navidad, llegó la variante Ómicron para cambiar los planes de muchos países. Fue detectada en Sudáfrica y Botsuana en un primer momento, y de ahí se fue repartiendo a prácticamente la totalidad de los países del mundo en apenas unas semanas. Esta es, de hecho, su principal amenaza: una altísima capacidad de infección, más que otras previas como Delta.
Como contrapartida, los primeros estudios sugieren que la gravedad de la enfermedad por la variante Ómicron tiende a ser más leve que con otras variantes. Una prueba de ello es el bajo nivel de mortalidad asociado a ella. Y, además, son ya varios los expertos que consideran que con esta variante se puede poner fin a la pandemia. La razón es que se parece cada vez más a un virus respiratorio corriente y, además, empieza a ser prevalente en muchos países.
La paradoja es que puede llegar cuando muchos países registran sus máximos de contagios de toda la pandemia: España registró, por primera vez, más de 100.000 positivos en un día, mientras que Francia duplicó esa cifra superando los 200.000 contagios. Con una transmisión tan alta, algunos expertos consideran a Ómicron como la 'vacuna' de los no vacunados y, de esta forma, el fin de la pandemia.
Similar a la gripe española
Adolfo García Sastre, virólogo del hospital Monte Sinaí, recuerda lo ocurrido en 1918 con la conocida como gripe española. "Duró entre dos y tres años. No había vacunas y la gente adquirió inmunidad por infección. Era un virus muy transmisible, se infectó prácticamente todo el mundo", asegura. Tras contagiarse mucha gente, especialmente el último año, "fue cuando el virus empezó a comportarse muy parecido a una gripe", señala a El Mundo.
Este final de la gripe española hace más de un siglo tiene cierta semejanza con la actual situación de la pandemia, con los contagios descontrolados en muchos países del mundo. Ahora, además, hay dos cosas que por entonces no era posible: las vacunas y un mejor diagnóstico de la enfermedad. "Parece más cercano ese momento en el que los contagios ya no causarán tanta alarma porque no generarán la misma proporción de hospitalizaciones".
De esa forma, asegura, no habrá que tomar medidas extra como las que conocemos: confinamientos, toques de queda o restricciones de aforo. De acuerdo con García Sastre, gracias a Ómicron "la normalidad va a volver antes. En los países con más recursos y acceso a las vacunas, como España, puede que suceda a partir del próximo verano", asegura.
Una 'vacuna' para los no vacunados
El experto defiende su teoría asegurando que para entonces, entre vacunados y contagiados por esta fuerte ola debido a Ómicron, "las personas inmunizadas será tan grande como para que el virus se vuelva estacional, similar al de la gripe, y que no cause los problemas que en estos momentos está creando".
Por otro lado, Miguel Ángel del Pozo, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), apunta que "va a inmunizar a gente que no se ha vacunado. Su alta transmisibilidad va a contribuir a la inmunidad de grupo". Esto, sin embargo, no significa que no sea necesario vacunarse en el caso de estas personas, puedes la infección puede acabar por generar problemas a largo plazo.
La menor gravedad que, a priori, provoca Ómicron, es todavía un riesgo mayor para los que no han recibido la vacuna. "Hará que muchos se infecten, pero el coste puede ser grande porque un porcentaje de ellos será hospitalizado y, de estos, algunos morirán. Es un precio muy alto a pagar". Así ocurrió, recuerda, en la gripe de 1918: sin vacunas, con inmunidad natural y un alto coste en vidas, unos 50 millones (casi diez veces más que la actual pandemia de coronavirus, unos 5,5 millones a fecha de hoy).
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